Origen e historia de la raza
Consagrado a la compañía y al ornamento, el Pekinés es indisociable de la alta aristocracia china, para la cual fue un objeto precioso, casi sagrado. No era raro ver su presencia al lado de emperadores y de entorno más cercano. Su selección alcanza su apogeo bajo el mandato de la emperatriz Tseu-Hi (1835-1908). Fue introducido en Inglaterra hacia el año 1860. Tras la caída de la monarquía, la cría de esta raza cesa prácticamente en China, aunque adquiere un mayor auge en Europa. El Pekinés fue introducido en el resto de Europa después de la segunda guerra mundial.
Temperamento y carácter
Lleno de majestuosidad y seguridad, el pekinés es un perro tranquilo, al que nada le altera. Debe ser educado con mucho tacto, respetando su dignidad, ya que es un can sensible. Tierno y muy intuitivo, está muy atado a sus dueños, aunque a veces requerirá momentos de independencia y soledad. Todo lo que tiene de atado a sus dueños, lo tiene de reservado con los desconocidos. Es tranquilo con sus congéneres.
Características físicas
La minuciosa estética china lo modeló como una auténtica obra de arte. Su cara aplastada presenta una nariz muy corta, un cráneo ancho, grandes ojos oscuros redondos y, en general, un conjunto formado por con una fisonomía asombrosa. Pequeño y compacto, de miembros cortos y paso ondulante, posee un pelo largo, y abundante, en el que están admitidos todos los colores. Su pelaje requiere de muchos cuidados Debe ser cepillado casi cada día.
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